El director del Festival Internacional del Cuento de Los Silos afronta su XXIV edición con el objetivo de seguir formando a niños y adultos en torno a la belleza de la literatura
Ernesto Rodríguez Abad soñaba con hacer de Los Silos un lugar donde escuchar historias, fomentar la literatura y trasladarse a lugares de fantasía gracias a la palabra. En 1996 gestó un Festival Internacional del Cuento que el próximo año celebrará su primer cuatro de siglo de vida. De momento, la XXIV edición llega con nuevas propuestas en lugares que no dejarán indiferentes a los miles de personas que durante estos días pasarán por la localidad.
Son ya 24 ediciones del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. ¿Cuesta innovar año tras año?
Cuesta, por una parte, pero por otra tienes el motor y la ilusión de hacer algo diferente cada año. Todo trabajo intelectual requiere un esfuerzo, pero la posibilidad de innovar es el principal motivo para seguir dirigiendo el Festival durante muchos años. El mismo pueblo te va dando opciones para crear cosas nuevas. También tomas de referencias de otros lugares, como los conciertos que organiza Daniel Broncano en Música en Segura, de los surgió la idea para hacer algo similar en el Monte del Agua. Hay que salir de tu zona y del propio Festival para ver otras opciones que, sin llegar a copiar —no me parecen nada aceptables y el público las detecta rápidamente—, sirven te inspiración y para abrir la mente.
¿Hay algún espectáculo en esta edición que le haga especial ilusión, le guste más o destaque por ser diferente al resto?
Todos los años intentamos hacer una selección muy sugerente. No quiero destacar la labor artística de un invitado frente a otro, porque todos son excelentes y cada uno ha construido un espectáculo propio; se ha procurado que cada uno tenga su propia voz y su manera de hacer.
Más allá de eso, sí es verdad que destacaría la experimentación con niños a través de la palabra: que haya niños bien preparados para narrar o recitar me parece una oferta no solo para el espectáculo, sino algo muy serio para la sociedad del futuro; se trata de crear personas que de verdad amen la palabra o la reflexión.
También hay espectáculos novedosos y significativos donde se unen diferentes tipos de músicas —las Cantigas raperas de Sephardica con Kowen y Tejo— o, por ejemplo, la integración de la naturaleza en lo artístico y la potenciación de la ilustración, como hacemos este año con el mexicano Gabriel Pacheco, autor del cartel. Creo que eso puede dar lugar a reacciones muy especiales en el público. Son los conceptos con los que estamos trabajando lo que puede resultar muy atractivo.
¿Por qué Los Silos debe seguir teniendo un Festival Internacional del Cuento?
Porque es el escenario donde nació y el que me ha permitido experimentar. Un pequeño pueblo puede ser referente pero no solo del mundo del cuento, como me dicen siempre, sino dentro de sí mismo.
Pero es innegable que es un referente mundial…
Sí, claro, pero para mí lo más importante es que se convierta en un referente para la sociedad. Mi gran lucha es que el Festival sea un detonante de lectura, y un pueblo es apropiado para eso. Cuando asistes a un espectáculo en Santa Cruz o en Río de Janeiro y te gusta, te quedas con ganas de seguir hablando luego con ese artista, pero cuando te vas del teatro no lo vuelves a ver. Mi sueño era que la gente hablase y recuperar el mundo de la conversación. Creo que en Los Silos son importantísimas esas noches en las que la gente se sienta en la plaza a hablar después de disfrutar de un espectáculo de la palabra. Eso es fundamental.
¿La comunidad educativa se siente interpelada por el Festival?
La labor de la docencia se está viendo y no solamente en el curso que realizamos cada año para maestros y profesores, donde viene gente de cualquier parte de Canarias y de toda España; también se ve en el trabajo docente en Los Silos. Ha habido cambios muy importantes en estos años, como que padres e hijos haga juntos un decorado para poner en las calles; eso es crucial. Alguien me decía que están bonitos porque lo han hecho los padres, como si eso fuese un error. Pero es todo lo contrario, es trabajo en familia. Que una familia se una en un momento determinado, no para ver la televisión, sino para hacer un trabajo artístico sobre seres mágicos de los cuentos… Estamos propiciando que se hable de lo imaginario de una manera natural en las casas y dando los pasos para crear un pueblo que lee.
Imagínese que está con un desconocido que no ha oído hablar jamás del Festival del Cuento. Dígale qué se va a encontrar esos días en Los Silos.
Va a encontrar pasión, imaginación y un mundo donde puede perderse… Hay una frase de Graciela Cabal que me gusta muchísimo y que encaja perfectamente con el Festival de Los Silos: “la gente va a perderse en el bosque y no a encontrar el camino de regreso”. Esa metáfora define totalmente lo que pretendo: piérdanse en un bosque de imaginación, de palabras, y no regresen. Quédense allí unos días soñando, imaginando, creando y siendo los otros ‘yo’ que todos queremos ser y que, sin embargo, no nos atrevemos en este mundo gris en el que vivimos.
Hay un antes y un después de haber asistido…
Sí, lo compruebo en muchos de mis alumnos que van por primera vez y se quedan enganchados. Vuelven y quieren seguir viajando a ese mundo de la lectura, de los sueños, de los cuentos, del ser otro, del atreverse. Me he encontrado con alumnos que me cuentan que fueron de pequeños y que se les ha quedado grabada una determinada actuación. Eso justifica un montón de cosas y hace que el Festival de verdad sea diferente y convierta a las personas en algo diferente estos días. Un Festival no cambia radicalmente a la sociedad, pero sí repercute en ella. Los Silos ha cambiado. Un hombre mayor que apenas ha estado nunca en un espectáculo, nos ha cedido un espacio. Me dijo que había aprendido que los pueblos se construyen colaborando entre todos. Esas palabras me llegaron al alma, porque antes eso no sucedía en Los Silos.
Antes se veía al cuentacuentos como una especie de señor que entretenía a los niños…
Me decían «¿tú eres el de los cuentitos?», con ese tono de infantilizar y ver las cosas como un arte menor. La gente ha ido cambiando y, por lo menos para los silenses, el cuento es sinónimo de cultura, de belleza y de otro mundo.
Narrador, cuentero, cuentista, cuentacuentos… ¿Con qué término se queda?
Yo uso la palabra narrador, porque cuentacuentos es un concepto que se ha usado tradicionalmente como de entretenimiento. Yo siempre digo que hacemos literatura.
El próximo año tocará celebrar la XXV edición. ¿Qué va a pasar en 2020?
En 2020 vamos a viajar al centro de la Tierra, como Julio Verne. Voy a trabajar mucho con el concepto de que no celebro un cumpleaños, sino un Festival más. Sé que 25 años son muy importantes, pero quiero hacer un festival profundo, serio… que crezca aún más con la literatura. Aunque parezca mentira, el Festival de 2019 va a empezar y ya estamos trabajando en el de 2020. Tenemos ya los invitados que inaugurarán y clausurarán el Festival y serán personas de renombre.