La voz sugerente de Amalia Lú, retumba en la sala repleta de ávidos escuchadores de cuentos. Una mujer hermosa de lengua seductora sube lentamente las escaleras del escenario sobre el tacón infinito de sus zapatos sensuales y deseables, convirtiendo el negro del cortinaje, en el estallido de color que los fuegos de artificio de su sonrisa exportan de su cuerpo.
Y comienza el espectáculo, y con él, las ganas de querer escuchar más y más. De saber cómo finaliza cada historia, de cómo empieza la siguiente. De analizar cada una de esas extrañas palabras que viajan desde tierras lejanas…
Y todo se llena de labios, deseos, pubis selváticos y negras orondas. Y las imágenes de pezones que buscan coordenadas, desequilibran el norte de nuestras miradas. Y el sexo de la mujer gana la partida sabiéndose poseedora de veinticinco palabras para referirse a él.
Y de repente, «las nalgas le bambolean como las campanas de la catedral» y «las viejas ya no golpean porque su tiempo ya pasó» y «esas cosas no le gustan a la nalga de yo».
Y el público comienza a vibrar… y el aplauso llega a cada rincón de Los Silos en una noche en el que el erotismo nos atrapa en redes suaves y nos aprietan las cinturas amarrándonos a la luz del descaro de los cuentos.