Quizás son los años que lleva en los bolsillos subido a esa tarima. Quizás el amor que desprende de sus manos. Quizás la ternura con la que te mira. Quizás la fuerza que esconde en su voz.
Ernesto Rodríguez Abad, padre de letras inquietas y palabras horneadas de sabores revueltos. Abad, mente prodigiosa paridora de ideas y aventuras que tornan a real en proyectos de hermosa consistencia.
Un auténtico trabajo en equipo que hace cantar a un público carente de vergüenza. La narrativa unida al verso. La melancolía de la mano de la tristeza, jugando con la risa. Un amalgama de sensaciones compartiendo espacio y tiempo. Una lucha entre las mil caras que puede tener una sola moneda.
Voces que bailan al ritmo de sonidos. Historias de mercados con vendedores poetas. Penas pequeñitas, pequeñitas, que dan pena por ser penas y que ahogamos para que no crezcan. Historias de monstruos, princesas, aventuras, piratas, mujeres enamoradas y fantasmas.
Simplemente, historias para sentir y soñar.