Ingrid Hernández y Cayetano Cordovés materializan las ideas de Ernesto Rodríguez Abad para que los Silos marinos cada uno de ellos, el discurso de la narración oral del mundo hispano
25.000 personas, 200 actos, 10.000 solicitudes de plazas para las visitas escolares, un centenar de colaboradores y 23 ediciones del Festival Internacional del Cuento de los Silos. Las cifras del evento cultural más señoras y consolidadas del municipio hablan por sí solas.
Por qué todo el engranaje del Festival se convierte en el milímetro, la Asociación Cultural para el Desarrollo y el Fomento de la Lectura y el Cuento. Ernesto Rodríguez Abad.
«Ernesto es el arquitecto de la palabra y nosotros los albañiles». Así se definen ambos, cuajados en una complicación triangular que hace posible año tras año, el milagro de los cuentos de los silos. Sin ellos, el Festival difícilmente ha llegado a convertirse en un referente literario del mundo hispanohablante.
Ingrid Hernández llegó al Festival Internacional del Cuento por casualidad. “Un cúmulo de coincidencias”, como ella misma define, que se llevará a cabo, se sustituya por un compañero en la venta de entradas de un espectáculo a finales de los años 90, para más tarde entrar en la directiva de la asociación y ser la actual responsable de toda la logística material del evento.
Distinto fue el caso de Cayetano Cordovés. Corría el año 2001, cuando se tradujo en marketing en Valencia, se ofreció a Ernesto para colaborar con el Festival en el ámbito de la gestión. Al poco tiempo se incorporó a la directiva. Ahora no hay un solo papel que no pase por sus manos. Sin embargo, al mismo tiempo, imprescindible: la administrativa.
Sobre Ernesto, Cayetano e Ingrid pivota el Festival del Cuento. Un trabajo laborioso y complejo que requiere de muchos meses de planificación y de una práctica para evitar los mínimos imprevistos. “La complicidad es fundamental y hay un buen ambiente; Destaca Ingrid Hernández, Ingrid Hernández.
“El objetivo no es crecer en números, sino innovar en todos los ámbitos”, asegura Cayetano Cordovés. El equipo del Festival ha conseguido la capacidad de ver las limitaciones de la vida útil. La falta de grandes infraestructuras culturales aparecieron las sesiones para grupos súper reducidos en sitios inimaginables en cualquier ciudad: callejones, edificios históricos, charcos, bosques y, especialmente, las casas particulares de los silenses. “Si no tuviéramos esas necesidades de espacios, habría surgido otro festival, pero no tenemos que tener solo”. “Ingrid.”. Ingrid.
Este año, los cuentos de los silos se movilizan a más de un centenar de trabajadores y colaboradores. Desde los propios artistas hasta los alumnos de Magisterio, Filología y Periodismo de la Universidad de La Laguna y del PFAE Los Silos Cultural, pasando por técnicos, actores amateurs, voluntarios y regidores de cada espectáculo. Entre ellos sobresale la regidora general, Maruchy Hernández, pieza clave para encontrar todo en su sitio en el momento correcto. Especial papel juega también el personal del Ayuntamiento a través de las áreas de Cultura, Fiestas, y Obras y Servicios, como un trabajo fundamental antes y después del puente de diciembre.
El trabajo de todo un año
La organización ya está pensando en la siguiente. Con el perfil de narradores en la mente, el primer paso es contactar con ellos a través del director y cerrarlos para el próximo año. Una vez se tiene los invitados confirmados, comienza el encaje de bolillos. Vea los nuevos programas que se presentarán en el programa. Cayetano ejemplifica de forma clara el trabajo que conlleva organizar un nuevo Festival Internacional del Cuento: en su ordenador hay 22 versiones del programa – “no pequeños detalles, pero relevantes importantes”, precisa–, que comenzó a gestarse el 6 de junio, justo medio año antes del evento.
Es en septiembre cuando el ritmo se incrementa. Arrancan los ensayos de los espectáculos propios del Festival con los integrantes de Teatrosilos , el par de el programa va a dar forma y cuadrando las 120 sesiones que se desarrollarán en apenas cuatro días y medio. Todo esto, sin contar con las dos semanas previas de visitas escolares.
Tanto Ingrid como Cayetano recalcan el factor humano, para que todo salga de la mejor forma posible. «Hemos creado un grupo de compañeros que trabajan de forma conjunta con un objetivo común y un buen ambiente que, de no ser así, sería imposible hacer el Festival».
Cuando los vecinos abren las puertas de sus casas, literalmente
La idiosincrasia de los cuentos de los silos está en sus vecinos. La implicación del pueblo se ha convertido en el Festival entre literalmente en las casas. «La participación de los vecinos es impresionante, abren las puertas de sus casas a desconocidos». Cayetano pasó que 2012 significó un punto de inflexión en el modo en el que los silentes vieron el Festival. «Con la ropa tendida, la gente fue consciente de lo que había sido en Los Silos». Ese año, el casco histórico comenzó a llenar las prendas con las pinzas en la plaza y en las calles, ironizando con la expresión de «hay ropa tendida» que no se puede hablar de temas importantes en la presencia de extraños. “Se fue gestando un ambiente raro y la gente comenzó a decorar sus casas”.
A partir de ahí, la colaboración ciudadana ha seguido creciendo y la organización no recuerda el año en el que hemos recibido y no hemos recibido respuesta. Lo mismo ha pasado con los trabajadores municipales. «No se aburren con nosotros y vemos en ellos la ilusión por trabajar cada año en decorados nuevos», sostienen. “Eso también es reflejo de todo el pueblo”.
Todo esto se ha convertido en Los Silos en la capital internacional de la narración oral cada mes de diciembre. Ingrid y Cayetano confiesan que viven cada edición como «una montaña rusa de emociones». Enfrascados en el ajetreo lógico coordina cientos de espectáculos, no tienen lugar de asombro en las últimas horas, en el Festival, en el futuro, en el futuro, en el futuro. Que camina por las calles para escuchar cuentos en los balcones. “Ahí te entra el vértigo al ver qué moviliza y la responsabilidad que eso conlleva”, coinciden ambos.
A pesar de eso, la escena se repite todos los años: el abrazo sincero entre Ingrid y Cayetano cuando el patio del exconvento de San Sebastián irrumpe en aplausos en el archivo de la madrugada del domingo. Ese gesto tiene fácil traducción: “misión cumplida”. Luego vendrán otro Festival y un nuevo carrusel de ideas y emociones para los cuentos de Los Silos vuelven a despertar la atracción por la literatura y la oralidad.