Mar González Novell, catalana de nacimiento que lleva desde hace 14 años el pueblo de Los Silos en el corazón, repite un año más en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos, donde participa en las visitas escolares acercando la lectura a los más pequeños. En esta edición ha contestado a algunas preguntas que nos acercarán hasta ella, haciendo que la conozcamos un poco más.
¿Cuántos años llevas viniendo al festival y qué te hace venir?
“Llevo 14 años viniendo hasta Los Silos y sigo viniendo porque la primera vez vine de público y me quedé alucinando, y al segundo año ya empecé a colaborar como voluntaria dinamizando la plaza con dos talleres y ya me he quedado enganchada. Cada año descubro cosas nuevas y desde hace 5 años estoy con las visitas escolares”.
Pero, vienes desde Barcelona…
“Totalmente, es un momento reservado del año en el que me convierto en silense total, me da la oportunidad de hacer cosas distintas que no hago en el día a día, otro tipo de trabajo más lúdico, festivo y masivo, además de porque me interesa mucho el trabajo de calle, lo que es promover espacios de creación, intercambio y participación desde el arte, el juego, las palabras, los libros…”.
Has venido con la familia también…
“La familia viene todos los años los días exactos del festival, para ellos también es el momento de disfrutar, de conocer a narradores de todo el mundo, de compartir experiencias que se salen de lo que hacemos en el día a día, además en este pueblo maravilloso, que eso también es importante”.
O sea, que son unas pequeñas vacaciones familiares también a pesar de que vienes a trabajar.
“Para ellos sí, pero sí que es bonito reencontrarnos aquí, también estoy a nivel familiar muchos días fuera de casa y el reencuentro aquí en Tenerife pues siempre es un lujo”.
¿A qué te dedicas a lo largo del año?
“Me dedico sobre todo a formación de docentes por un lado y a proyectos de promoción de lectura en espacios y contextos de riesgo de exclusión social e interculturales. Normalmente trabajo con grupos en los que hay alrededor de 80-90% de niños del mundo, podríamos decirlo así, y eso permite, como hago proyectos que son sistemáticos, que vayamos creciendo juntos y ampliando su repertorio”.
“Una parte muy importante es que ellos no van ni a museos ni a actividades culturales y esto supone una manera de acercar el arte a sus manos a través de libros de artistas. Por otro lado, también promovemos la reflexión compartida para crear espacios que nos conecten y nos ayuden a cohesionar también socialmente las diferentes culturas y principios, y trabajamos la reflexión a través de estos y otros materiales”.
¿Esto a los chavales a qué les ayuda en un futuro inmediato y a largo plazo?
“A nivel individual trabajamos la reflexión de valores, el intercambio y el crecimiento personal; a nivel grupal intentamos crear experiencias positivas culturales y artísticas compartidas, lo que hace que tengamos un marco común de referencia. Piensa que con uno de los centros llevamos 5 años trabajando, el proyecto atiende a los chavales todos los meses, con lo que cada año tengo 10 sesiones con cada grupo. Esto nos permite que haya muchos hijos, hermanos, exalumnos, padres y madres que pueden acercarse a la literatura”.
“Este proyecto también tiene formación de docentes y de padres y madres, atendiendo a toda la comunidad educativa, y en este momento están alrededor de 1000 niños participando, más sus familias y docentes que los acompañan”.
¿Qué pretendes que le aporte esta experiencia a esos niños cuando sean adultos?
«Abrir la mente y abrir su mundo, que en este momento está limitado a las 3 o 4 calles del barrio y eso es importante. Conectar, aprender de otras culturas, reflexionar sobre el arte, las poesías, las palabras y enriquecer ya no tanto el vocabulario, que evidentemente es colateral, sino el hecho de que disfruten de los libros y las experiencias compartidas, esa es la intención principal: ampliar la creatividad y crear este momento de conexión entre ellos, que vienen de realidades muy diferentes y muchas veces no les cuentan cuentos en casa, no tienen libros en casa, ni lápices de colores, no tienen un montón de materiales que vemos muy corrientes».
«Es una oportunidad para acercarles materiales de alta calidad, con reconocimiento internacional, a sus manos y con una formación específica para docentes que nos permita mejorar el uso de la biblioteca escolar. Al final es un proyecto de dinamización de estas bibliotecas, pero gestionada por un especialista externo que hace que sea distinto, no solo en la narración, sino que trabajamos con muchos tipos de libros, aprendemos qué tipos de libros hay, cómo trabajarlos, cómo jugar con ellos…».
«La base es la libertad, el placer y crear esa energía positiva hacia los libros. Hay una parte muy importante: siempre termino la sesión con un rato de lectura libre y siempre se quejan de que es poco rato de lectura, pero no de lectura general, sino que me dicen {es que queremos más tiempo para leer tus libros} y no son mis libros, solo soy alguien que ha estado pensando y seleccionando específicamente esos libros, y algo que se cuida poco a veces en las escuelas es esta selección, que se realiza sin ninguna intención didáctica».
Llevas mucho tiempo trabajando en distintos centros y con distintos niños ¿qué cambiarías de la educación?
«Por un lado, la educación inicial del maestro, que considero debería reforzarse más en temas creativos, literarios y menos instrumentales, adaptándonos a los tiempos que corren, y por otro lado, facilitaría a los docentes selecciones bibliográficas, les explicaría cómo trabajar los libros… y en eso estamos».
«Afortunadamente ha cambiado bastante, yo llevo 15 años con el tema de formación de docentes específicamente y ha cambiado, ahora se está creando, al menos en Cataluña, aquí no sé como está, muchas redes de intercambio de materiales y recursos, eso creo que supone un cambio muy importante y positivo que amplía las posibilidades en todas las escuelas. Yo trabajo fundamentalmente en escuelas públicas, entonces creo que es bueno que se creen esas bases de datos no solo de lectura, sino también de innovación educativa, nuevas pedagogías y demás».
«Cambiaría sobre todo la selección de libros, evitaría obligar a los niños a hacer resúmenes de los libros o las preguntas directas y haría propuestas quizá más creativas, para mí lo esencial es que el niño se vea interpelado por el texto o las imágenes y nos cuente qué hablan de el esos libros, o sea, ese vínculo con la experiencia vital de cada uno de nosotros, eso es lo que me permite crear ese diálogo compartido, creo que debería ir más por ahí».
«En los últimos 7 u 8 años el cambio se ha hecho visible, aunque todavía seguimos luchando. Voy a ser un poco crítica con el tema, sobre todo con la igualdad de género, que es un tema que nos preocupa a todos pero creo que por otro lado, no podemos desvirtuar los cuentos populares, no podemos hacer cuentos a medida… La caperucita roja es como es y creo firmemente en la idea de recuperar cuentos tradicionales con protagonistas femeninas, que tienen su trayectoria de tantos años como los otros cuentos populares que sí que conocemos».
«Es importante rescatar los cuentos populares protagonizados por heroínas y que funcionan porque tienen magia y solidez. Otra cosa muy importante es la diversidad y la educación visual, que ellos puedan ver muchos tipos de imágenes diferentes, que aprendan a leer imágenes, ya que estamos en el mundo de la imagen. Cuando trabajas con ellos te das cuenta de que no sabemos interpretar imágenes ni recodificar símbolos, tienen un gusto bastante estereotipado y marcado radicalmente por Disney y por el manga».
«Yo no estoy en contra de estas industrias cinematográficas, simplemente creo que no pueden ser las únicas referencias, sino que tenemos que ampliar las referencias, por lo que es importante mostrar diferentes estilos, técnicas, temas… para conseguir ampliarlo, sin infantilizar la infancia, entendiendo en todo momento que el niño, adolescente o adulto es un ser inteligente, potente y capaz de aprender y compartir muchas cosas».