A Ana Durán le ha gustado escribir desde siempre. Esta vecina de Los Silos, que tiene la «espinita clavada por no haber estudiado la carrera de Literatura», se considera una afortunada por «tener bastante imaginación y lograr plasmar la idea en el papel sin dificultad».
Por eso, desde cuatro años regala al Festival Internacional del Cuento un relato breve acorde con la temática de cada edición. Todo un detalle que refleja hasta qué punto los vecinos de Los Silos hacen suyo un evento que cada mes de diciembre congrega a miles de amantes de la oralidad y la literatura.
«Comencé escribiendo pequeños artículos sobre lo que suponía el Festival para el pueblo, pero no me atrevía a enviárselos a la organización… hasta que al final di el paso». Así, en 2017 escribió El tesoro más preciado: el agua; en 2018, El niño de aire; y en 2019, La hoguera mágica. Este 2020 ha regalado La buena semilla, aludiendo a la tierra, que cierra el ciclo de los cuatro elementos cuando el Festival cumple sus bodas de plata.
«Es un regalo, una aportación que hago al Festival del Cuento, una forma de aportar mi granito de arena en esta gran montaña construida durante todos estos años por tantas personas: director, colaboradores, contadores de cuentos venidos de tantos países, ilustradores, escritores…», asegura, al mismo tiempo que destaca la temática infantil de los relatos porque «los niños son los grandes protagonistas del Festival». No en vano, destaca que, cuando a finales de noviembre comienzan a llegar los alumnos a las visitas escolares, «nos van metiendo en la magia de lo que está por llegar».
Ana Durán se considera una amante del Festival Internacional del Cuento: «Me ha gustado desde siempre; algo que empezó como un sueño se ha convertido ya en un acontecimiento del que nos tenemos que sentir orgullosos en Los Silos porque nos da a conocer en el exterior». Resalta que «va siempre creciendo, superándose cada año y contando cada vez más con la implicación de los vecinos, también con la colaboración de los padres en los decorados de los colegios».
Este año, a causa de la crisis sanitaria, el Festival no podrá tener la magnitud a la que estamos habituados, pero eso no significa que no haya cuentos en Los Silos. «Se hará lo que se pueda», confía Ana Durán. Al final, se trata de mantener viva la literatura y la narración oral, algo que considera que «se está perdiendo en parte» por las nuevas generaciones. «Los padres deben implicarse en la educación de sus hijos y generales un hábito lector. Yo no me imagino mi vida sin la literatura. A mí me apasionaba tener un libro entre las manos y mi madre tenía que llamarme hasta cuatro veces para ir a comer porque no lo dejaba. Sería una pena que los jóvenes perdieran eso», asegura.