Un día Viera y Clavijo soñó bajo las estrellas. Las montañas de Los Silos, escarpadas y misteriosas, guardaron sus sueños. Poblaban su mente dragones y princesas, auroras boreales y enigmáticas islas, piratas y aventureros… Cuentos, teatros, versos o libros de historia… Todo cabía en su mano y se transformaba en palabra. Y desde una palmera alta el loco, Diego Pun, vino a saludarlo. Un romance en la boca, un acertijo en cada mano. Risas y pensamientos. Llantos y sustos. Amores, miedos, tristezas o alegría, todo cabía en los cuentos del viejo juglar. El hombre culto y el pueblo se dieron la mano. Las cabezas de los paseantes se llenaron de historias.

Ernesto Rodríguez Abad

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