Cecilia Domínguez, premio Canarias de Literatura 2015 y escritora del municipio de La Orotava, ha presentado en la vigésima segunda edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos su libro Mientras maduran las naranjas. El acto, que tuvo lugar el pasado martes 5 de diciembre en el patio del antiguo Convento San Sebastián, contó con la presencia de la Agrupación Musical Nueva Unión de Los Silos, los narradores Tatiana Castañeda y Omar Regalado, Margarita Santana, el director del Festival Ernesto Rodríguez Abad y la propia Cecilia Domínguez.
El espectáculo se presentó como un homenaje no solo a la propia autora, sino a toda su familia y a su novela. En él, Castañeda y Regalado deleitaron al público con la lectura de fragmentos de la obra y la Agrupación Musical Nueva Unión de Los Silos amenizó la velada. Asimismo, Margarita Santana, licenciada en Filosofía y profesora en la Facultad de Artes y Humanidades, y Ernesto Rodríguez Abad, dedicaron unas palabras cercanas a la autora, poniendo de manifiesto el valor que le dan a su obra.
En esta entrevista, la escritora desgrana los pormenores de su obra y su vinculación con el municipio de Los Silos y con el Festival.
¿Qué relación tiene su obra con la Villa de Los Silos?
Mucha. Realmente la mitad de la obra se desarrolla en Los Silos, porque está basada en hechos reales. En la vida de mis tíos Manuel Illada, que era maestro en Los Silos hasta 1936 que lo cogieron preso; y Jesús Illada, que fue el director de la banda. Creía que le debía un homenaje a toda mi familia, desde mi abuela hasta mis tíos, y Los Silos fue un lugar muy importante para ellos, por lo que me pareció justo que gran parte de la novela se desarrollase ahí.
¿Qué supuso para usted presentar la nueva edición de su libro en el Festival?
Para mí fue una sorpresa. No me lo podía creer. Que en la presentación hubiese una banda, que unos actores que leyeron fragmentos de mi novela,… No sabía cómo reaccionar ni qué decir, Ernesto Rodríguez Abad no me había contado nada. La verdad es que fue muy emocionante. Ya el hecho de hacerse en el patio del convento, donde tuvo la escuela mi tío, resulta increíble, y si a eso se le añade todo el despliegue que hubo… ¡Madre mía! Fue como un gran homenaje que no me hicieron a mí solamente, sino también a mi familia y al pueblo de Los Silos.
¿Por qué decidió, para esta nueva edición, ampliar su contenido con referencias a Los Silos?
Realmente todo aquel que leía la novela sabía que es en Los Silos, pero no aparece su nombre como tal, sino que se hace referencia al lugar como ‘la Isla Baja’. Entonces me dije a mí misma: «¿por qué no pongo que es en Los Silos, si ya todo el mundo lo sabe?». Entonces en esta segunda edición quise reivindicar los nombres, cosa que no suelo hacer. Quizás era con la intención de universalizar la obra, pero pienso que yo le debía a Los Silos su presencia explícita en el libro. Al fin y al cabo el nombrar un sitio no significa que se localice la historia en un sitio, porque a veces lo local resulta ser más universal.
Recuerdo que la primera vez que mi familia llegó a Los Silos, siendo yo muy pequeña, el convento estaba en ruinas, y mi abuela me explicó dónde había estado mi tío y su historia. A partir de ese momento, empecé a amar el pueblo: me encantó. Después íbamos a Los Silos con más frecuencia, los fines de semana, y pasábamos ratos en la plaza. Todas esas vivencias están recogidas en la novela, pero enmarcadas en otra época.
La visión de las calles y del pueblo en general es la mía propia. Mi abuela siempre me decía que yo tenía que escribir esa historia, pero a partir de que muere mi madre en 2005 me lo empecé a plantear de una manera más seria y empecé a investigar más sobre Los Silos, las calles, la historia… y ya me decidí a escribirlo.
¿Considera que el Festival es un punto de partida, o una oportunidad de lanzamiento, para muchos escritores nóveles?
Por supuesto. Yo estoy yendo desde los primeros años y una vez incluso di una charla sobre escritura, cada año va creciendo más en cuanto a importancia y trascendencia, es una pena que no tenga mayor reconocimiento, puesto que es una gran ventana no sólo para la gente de aquí, sino también para la gente de fuera. Además se hace todo con una minuciosidad, un cuidado y cariño que hace que sinceramente pueda decir que pocas veces he visto un festival de estas características.
¿Qué considera que tiene su libro para que se recomiende su lectura en los centros educativos de las islas?
Informa sobre una época muy poco trabajada en Canarias, la Guerra Civil. Quería hacer una novela en la que no hubiese partidismo. Cuando escribe un adulto siempre toma partido en un bando concreto, lo que hace que la historia esté sesgada, por eso decidí que la protagonista fuese una niña, porque sólo cuenta lo que ve, sin tomar partido.
Los niños que lo leen en la escuela empieza a enterarse y a entender una serie de acontecimientos que se dieron, también depende de quién sea el profesor, puesto que es un libro que puede plantear muchas dudas. Por ejemplo, aparece la falange o el golpe de estado, entonces ahí es cuando el profesor debe explicarles de qué se trata. Hay una especie de información que intento trasladar (sin ira ni ganas de venganza) de un periodo terrible que espero que no volvamos a pasar. Toda esta información es importante que no se olvide, ya que ocurrió y está ahí.
¿Tiene algunos proyectos literarios futuros en mente?
Ahora estoy haciendo una primera parte de Mientras maduran las naranjas. En ella intento narrar la infancia y juventud de los personajes que van a acabar en la obra. Estoy en ello, ya que necesito investigar e informarme bien sobre la historia. Es algo complicado puesto que uno de ellos estuvo en la Guerra de Marruecos y desertó.